Después del terremoto de Chile del 27 de febrero, la pequeña escuela rural de Las Posillas, resultó muy dañada. Los 11 niños que asistirían a clases se quedaron sin lugar para estudiar y las autoridades comenzaron a buscar una solución, , los alumnos debían ser trasladados, como internos, a otra localidad: “Estaban aterrados. No se querían ir porque son muy chicos y además todo lo que estaba pasando los tenía con miedo”; Fue casi un mes de reuniones. En la última , a fines de marzo, la situación se zanjó. El director ofreció su propia casa para convertirla en una escuela y las autoridades aceptaron De inmediato, la comunidad se puso manos a la obra: limpiaron el colegio antiguo para sacar muebles, y convirtieron la casa del profesor en una escuela.
Daniel , el maestro, se trasladó a vivir a la cocina de la escuela que derrumbó la catástrofe. Llevó su cama y se instaló. “Aquí no es peligroso porque es una pieza anexa a la escuela y no sufrió mucho”, comenta para tranquilizar.
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